La amistad es una virtud de fidelidad con mi prójimo. Es fuente inagotable de sentimientos y amor filial.
Un vínculo poderoso que puede florecer en los lugares más inesperados, y uno de esos lugares es el gimnasio. La búsqueda de la salud y el bienestar a menudo conduce a la formación de amistades sólidas y significativas.

La amistad implica entendimiento, respeto y confianza. La nobleza se encuentra en el sentido fraternal y el apoyo desinteresado de las personas que, como amigos, forman parte de mi vida. Es un afecto puro, noble y genuino que sobresale entre las personas involucradas en ese acto social y solidario.
Los verdaderos amigos disfrutan de sus alegrías, de sus triunfos, de sus éxitos; pero también comparten problemas, sufrimientos y circunstancias desfavorables.
La verdadera amistad es el reconocimiento a nuestros mejores valores morales, espirituales y sociales. Es el abrazo que permite comprender y ser comprendido. Es la aceptación mutua de ser tal y como somos, sin máscaras de ninguna especie. Sin comportamientos falsos ni fingimientos.
En la amistad hay entrega. Los amigos verdaderos lo dan todo sin esperar nada a cambio. Cada uno, a su manera, siente la necesidad del otro y su presencia le produce bienestar.
Como relación interpersonal, los gimnasios son entornos para fomentar la amistad entre sus usuarios. La asistencia a una sala de entrenamiento físico puede depender, en gran medida, del grado de amistad gratificante con los compañeros y compañeras que a diario se encuentran.
Los amigos del gimnasio comparten una actividad física común. Comparten esfuerzos, cansancios, motivaciones y marcados sentimientos de superación.
Con los nuevos amigos del gimnasio compartes experiencias, preocupaciones y metas de salud mental, física y espiritual. En un gimnasio no hay almas solitarias, sino amigos que constituyen una nueva familia social.
Patricia Araya Guillén
Psico-Gerontóloga, Tanatóloga, Enfermera, Salud Mental y Psiquiatría.
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